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martes, 12 de agosto de 2014

El valor de la significación.

La alineación, el sincronismo con los sucesos y las sintonías en términos de herramientas para transitar la crisis actual neoliberal en su máximo pico de transformación. La Economía Social y las Cooperativas y el soporte y plataforma de la política que ayuda a comprender aunque no a justificar.

LA HERRAMIENTA BÁSICA: EL PARTIDO MUNICIPAL

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QUE HACER, CON QUIEN HACER Y POR QUE HACER?

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LA LECTURA SUGERIDA

EL CAPITALISMO FINANCIERO Y LA CRISIS DELAS CONCEPCIONES DEL VALOR.

En anterior artículo (“La condicionalidad financiera al crecimiento económico”) dejamos en claro que consideramos que el capitalismo en las últimas cuatro décadas ha sufrido una reconfiguración sistémica determinada por la creciente importancia de la acumulación financiera como principal fuente de la generación de ganancias de las burguesías, frente a una tasa declinante de ganancia del sector industrial.
Habíamos defendido la idea de que el sector que más valor genera en el mundo capitalista del siglo XXI, incidiendo por lo tanto de forma creciente sobre la tasa de ganancia del sistema en su conjunto, es el sector financiero y sin embargo esta afirmación requiere una reconsideración del concepto mismo del valor, pues los desarrollos teóricos de los siglos XVIII, XIX y XX no pueden dar cuenta del rol determinante que el sector financiero tiene en la actualidad en la dinámica de acumulación del capitalismo derivado del proceso de valorización del capital financiero. Las estimaciones pueden variar pero en general hay cierto acuerdo en torno a que por cada unidad de valor generado por la producción primaria y secundaria de bienes, el sector financiero detenta cuatro a cinco veces más, por lo que el sector productivo en términos clásicos solo llega a producir entre un 20 y un 25 % del valor expresado por el capital financiero, lo que implica que las diversas formas de expresión de valor financiero exceden largamente no solo la producción físicas de bienes sino también el valor del circulante monetario mundial.clip_image001

En  el siglo XVIII  la renta de la tierra  era la consideraba por muchos teóricos como la principal fuente de valor y por tanto acaparaba la mayor cantidad de la fuerza de trabajo por lo que los  fisiócratas llegaron a proponer como en el caso de François Quesnay (1694-1774) que esa producción primaria era la única creadora verdadera de valor. Solo la agricultura producía verdadera riqueza desde esa perspectiva, pues las otras ramas de la producción y distribución lo que hacían era transformar o mover en el espacio lo generado por esa producción primaria. La tierra era la fuente única de riquezas, por lo que les fue posible a los fisiócratas  afirmar que tanto la industria como el comercio eran en realidad estériles. Buscaban distinguir lo que entendían como una mera combinación o adición de riquezas agrupadas o mezcladas, de una verdadera producción de riquezas, es decir una generación o acrecentamiento real de valor. Procesar materias primas o comerciar en este esquema no era producir y solo los gastos que se invertían en la agricultura podían ser considerados productivos. El trabajo destinado a la industria o al comercio no lograba multiplicar la riqueza para los fisiócratas. El trabajo de artesanos y operarios no añadía nada al acervo de riqueza y tanto la industria como el comercio eran entendidos como improductivos por sí mismos.
Indudablemente que no había unanimidad en el pensamiento económico del siglo XVIII y vale el ejemplo de Richard Cantillon autor del “Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general”  quien argumentaba en la primera mitad del siglo que la tierra es la fuente o materia de donde se extrae la riqueza pero agregaba que el trabajo del hombre es la forma de producirla siendo por lo tanto ese trabajo el que le da a lo que nos brinda la naturaleza forma de riqueza. Esto  implicaba una clara aceptación del valor aportado por el trabajo. Otro interesante caso fue el de Étienne Bonnot de Condillac (1714-1780) que se negaba a  admitir el carácter improductivo de la industria frente a las ideas de Quesnay. En el mismo sentido el pensamiento de François Louis Véron-Duverger de Forbonnais (1722-1800)  impugnaba la idea fisiocrática  de que el comercio y la industria debían ser entendidas como estériles frente al agro. Estos son apenas algunos ejemplos de las disputas ideológicas y teóricas con profundas implicancias políticas en torno al valor, sin embargo los que predominaron  y estructuraron una ontología y una concepción de la subjetividad económica que fue fundante para el pensamiento del sistema capitalista de libre concurrencia y librecambio, fueron los fisiócratas que pudieron pensar un mundo de equilibrios generales basado en el obrar de los maximizadores de beneficios que decidían sus acciones fundados en una razón necesaria, de sujetos que se pensaban libres y  guiados por la recta razón ilustrada.

A partir  del creciente predominio de las burguesías industriales a raíz de lo que se ha denominado como la revolución industrial en los siglos XVIII y XIX correspondió al sector secundario comenzar a concentrar los porcentajes crecientes de la fuerza laboral, modelando sobre todo a partir del siglo XIX los espacios urbanos pero también rurales y estableciendo patrones y rutas de circulación comercial así como dinámicas coloniales y neoimperiales que daban cuenta del poder creciente de  la industria como ahora la  principal generadora de la tasa de ganancia. El sector que iba a ser defendido por medio de nuevos desarrollos teóricos frente tanto al poder declinante de las aristocracias terratenientes como ascendente de los proletariados, tendrá en el pensamiento de David Ricardo (1772-1823) una de las formulaciones más claras, haciendo del cálculo de valor en la esfera de la producción una de las claves de su doctrina. Ricardo intento ligar el valor de las mercancías a la cantidad de trabajo que conllevan pero defendiendo la idea de que la magnitud del valor esta determinada por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlo. Entendió que era posible pensar  al valor y por tanto a la riqueza desde la perspectiva de la producción social y ya no desde lo generado por la naturaleza que explicaba y rechazaba como una idea apropiada para la defensa de  los intereses de los terratenientes que obtenían una renta por la mera relación de propiedad de la tierra y el diferencial de la misma y no por el trabajo. En el mundo del siglo XIX que se insinuaba como del dominio de las manufacturas, lo determinante era el trabajo empleado en la producción de mercancías y el trabajo acumulado bajo la forma de bienes de capital requeridos para la producción por lo que fue arduo el debate en torno a las nuevas formas de pensar el valor a partir de la reconfiguración sistémica asociada a la revolución industrial.

La influencia de David Ricardo fue muy importante sobre Karl Marx (1818-1883) a la hora de identificar al trabajo como fuente de toda  riqueza. Esa fuerza de trabajo es entendida en la sociedad capitalista como una mercancía capaz de crear valor. De allí que la conclusión de Marx lograra centrar a la clase obrera como la verdadera creadora de valor, subordinando el rol de los terratenientes rentistas y de los capitalistas a la capacidad del proletariado de generar por medio de su fuerza de trabajo valor. La comprensión de la plusvalía como forma de apropiación por parte de una case sobre otra, ha sido sin duda una enorme contribución de Marx y le permitió fundar el origen de toda riqueza excedentaria en esa plusvalía apropiada por la burguesía en función de las relaciones sociales de producción, sustentada en la propiedad privada de los medios de producción y el rol de dominación de clase del estado, instrumentalizado por el poder burgués. Sin embargo desde el proceso de valorización del capital financiero asistimos a una situación en la que si bien es posible mantener la perspectiva teórica de Marx sobre la vinculación entre la plusvalía absoluta y relativa como las dos formas en que las burguesías capitalistas logran su tasa de explotación en el sector secundario, sin embargo en forma creciente se diferencian y de hecho distancian de la tasa de ganancia del sistema manufacturero pues una porción creciente de su ganancia no la gestan en el plus valor obtenido en la producción industrial sino en la dinámica financiera. En la Sección Quinta, del Libro Primero de “Das Kapital” Marx había defendido la idea de que la producción capitalista no solo es producción de mercancías sino que es en esencia producción de plus valor pues el obrero no produce para sí sino para el capitalista, en esencia implica la posibilidad de disponer de trabajo impago, o sea que el valor del trabajo siempre tiene que ser necesariamente menor que el producto del valor. Pero en el siglo XXI de forma creciente el mismo capitalista industrial y el sistema en su conjunto depende menos en términos espaciales y en su tasa de ganancia del plus valor que le extrae al obrero. Si esto está pasando podemos entender que los ciclos que Marx había analizado de animación, prosperidad, sobreproducción, crisis y estancamiento ya no dependen de una centralidad productiva de la tasa de ganancia de la industria como si era posible de pensar en el siglo XIX y XX cuando la burguesía industrial hegemonizaba al sistema capitalista.
Hay otro aspecto que Marx desarrolla en el “Das Kapital” (1867) que requiere también una consideración adicional a los fines de la temática que estamos desarrollando y es el análisis del fetichismo de la mercancía. Marx formula la idea de que las cosas que resultan del trabajo humano son entendidas en la sociedad capitalista como si tuvieran una vida propia, independiente de los que la producen y desarrollan. Se nos aparecen las cosas en la sociedad capitalista con una ilusión de que mantienen una relación entre ellas despojadas o desapegadas de los sujetos sociales que las producen. Esto implica que el fetichismo contribuye a ocultar una relación social de explotación. Esa vida propia, fantasmagórica, fue detenidamente observada por Marx  indicando la existencia de la ilusión de una relación directa entre cosas  por el cual el proceso y la misma realidad de la producción se autonomiza de la voluntad de los seres humanos. Marx señala que una mercancía lo es en tanto satisface no solo necesidades sino también las fantasías de los demandantes lo cual nos permite asomarnos a una dimensión que Marx no logró anticipar, pues en el mundo del siglo XXI  las riquezas de las sociedades capitalistas no se presentan como lo hacían en el siglo XIX, esto es como un cúmulo de mercancías, sino que por la inmensa importancia que ha cobrado el capital financiero, la mayor parte del valor no tiene que ver con la producción física de bienes, lo que nos lleva a la necesidad de reconsiderar el esquema y la denotación de los conceptos desarrollados por  Marx. La idea de un carácter representativo implícito en el fetichismo de la mercancía y la posibilidad de tomar una cosa por otra (quid pro quo) lo que demanda una referencia para los significantes, se diluye en la independencia de los signos del mundo posmoderno que es el del capital financiero.
Esta transformación del mundo de las mercancías en el sistema capitalista les ha permitido a los sectores financieros amenazar la autonomía relativa de la política al condicionar desde lo financiero a los estados, han debilitado la hegemonía de las burguesías industriales asociados a la configuración de mercados nacionales y vinculados a los niveles de demanda interna que se conoció en forma impropia como modelo fordista, pues ahora las burguesías industriales manejan  montos sustancialmente inferiores de  riqueza en relación con los que se manejan en el mundo financiero, pero también esta nueva configuración debilita a la clase obrera que ya no puede plantear a la relación de trabajo frente al capital como el determinante de la generación de la riqueza y menos como el mecanismo de discusión de distribución de la riqueza social. La dinámica de apropiación y tanto la distribución espacial de producción como de consumo a veces conocido como globalización, un término profundamente político e ideológico, han debilitado el anclaje socio-territorial y el compromiso socio-político de las clases dominantes en el sistema capitalista del siglo XXI.  La puja sindical se ha debilitado por su carácter parcial de disputa sobre la riqueza social, sobre una tasa declinante de ganancia del sector secundario y por la capacidad de sectores burgueses de reconvertir una parte creciente de su tasa de plusvalía desde los excedentes industriales hacia los circuitos financieros, aflojando la relación territorial y las condiciones normativas asociados al poder de los estados y la fundante concepción burguesa decimonónica de control de clase sobre un territorio convertido en mercado, con una distribución del ingreso vinculada a la demanda agregada de los sectores asalariados  y por lo tanto comprometido con la producción y distribución tal como se había desarrollado en el siglo XX pero que esta siendo trastocado en el modelo financiero.
En las dinámicas socio-culturales nacionales, las burguesías incluso proceden a aislarse progresivamente del destino del resto de la población, por medio de variadas herramientas como por ejemplo los barrios cerrados por medio de los cuales renuncian a disputar por la calidad y seguridad del espacio público resguardados en sus muros, cámaras y guardias privados. Por medio de la educación privada se desentienden de los niveles educativos de la sociedad y restringen el valor y las posibilidades de la educación como mecanismo meritocrático de ascenso social, optan también por la medicina prepaga y los seguros de retiro privados por lo que no se involucran en la disputa por la calidad de la medicina social y pueden impugnar el gasto social que no necesitan. Al proceso de reconfiguración del sistema capitalista se lo está expresando en términos ideológico por las ideas neoliberales, pero a su vez esta reconfiguración ideológica, espacial y social esta teniendo un alto poder de transformación de nuestras sociedades profundizando la desigualdad y debilitando la democracia, tendencia que solo ha podido ser detenida en los últimos años en América del Sur gracias a la acción de varios gobiernos de raigambre popular.

2. TEORÍA DE LOS SIGNOS Y LA VALORIZACIÓN DEL CAPITAL FINANCIERO

Parece necesario y fructífero explorar que mecanismos teóricos han ido desarrollándose a lo largo del siglo XX que pueden vincularse con la inmensa transformación del capitalismo, que ha logrado despegar a la riqueza de la producción de bienes materiales como hemos presentado en el apartado anterior, lo que ha implicado debilitar la fuerza determinante que tenían los tradicionales factores de producción bajo la hegemonía del capitalismo industrial al cual se asociaba la fuerza del proletariado para disputar la distribución del ingreso  y por tanto los niveles de apropiación de plusvalía y las tasas de inversión. No se trata de una ingenua asignación de responsabilidades  sino de entender que las derivas conceptuales y filosóficas son constantemente resignificadas en función de las correlaciones de fuerzas sociales y que la configuración de hegemonía utiliza de manera dinámica y flexible de desarrollos teóricos que por momentos pierden capacidad de dar cuenta por sí mismos de su verdad y se diluyen en las reinterpretaciones agonales. Estamos asistiendo a una sociedad en la que de forma creciente somos hablados por el poder en una escala que la humanidad nunca había visto en el pasado.

Diapositiva14 EL CAMBIO DE ENFOQUE REQUIERE NUEVA PERCEPCIÓN CULTURAL?
Es posible abordar al fenómeno de la valorización del capital financiero desde una perspectiva de la teoría de los signos pues tanto el papel moneda como las herramientas financieras pueden ser entendidos como signos. Si recordamos por ejemplo el caso de Ferdinand de Saussure (1857-1913) quien defendió la idea de que un signo es algo que remite a otra realidad y que ese signo lingüístico puede ser entendido como arbitrario en lo que concierne a la unión entre significante y significado. En la lingüística contemporánea se ha problematizado toda forma de correspondencia necesaria entre significante y significado, o sea la posibilidad de establecer relaciones necesarias en la semántica o dicho en otros términos entre los signos y los hechos o las cosas del mundo. Por tanto esa vinculación en forma creciente ha sido entendida como inmotivada o mejor dicho la motivación no esta determinada y media la convencionabilidad de los signos, no existiendo en buena parte de las interpretaciones actuales un  nexo natural con la consiguiente ruptura de la necesidad y trascendencia en la correspondencia de los signos con el mundo, entiéndase de las herramientas financieras (significantes) y la producción de bienes (significados). El nombre no se vincula ya de forma necesaria  con la cosa sino que el signo debe ahora ser entendido como la vinculación entre la imagen acústica y el concepto, el mundo ahora se sumerge en un proceso de mediatización o sea de progresivo extrañamiento, lo que constituye una tensión que atraviesa no solo el pensamientote Saussure sino de buena parte de la filosofía del siglo XX. No será posible volver a sostener como lo había hecho Agustín de Hipona (354-430) en por ejemplo “De Dialectica”, Caput V 1. “Verbum est uniuscujusque rei signum” no parece posible en el mundo posmoderno de la reconfiguración financiera del capitalismo que una palabra o un signo tenga una sola referencia verdadera. Los signos financieros del siglo XXI ya no dan cuenta de forma necesaria de cosas del mundo de la producción. La distinción entre significado y significante que F. Saussure inicia de forma tan contundente a fines del siglo XIX ha desligado progresivamente a los signos del mundo extenso y el signo que demanda un significante como una imagen o un sonido, no tiene sin embargo una correspondencia necesaria en el mundo, en realidad lo que descubrimos a partir de la valorización del capital financiero es que ni siquiera demanda tener correspondencia posible con los bienes generados por el mundo social de la producción.
Esta tendencia que hemos descripto en forma sucinta en Saussure es posible de ser encontrada en la mayor parte de los pensadores del siglo XX. Tomemos por caso y desde otra postura filosófica con tradiciones e ideas muy distintas a las de Saussure, a Ludwig Wittgenstein (1889-1951) quien transita a lo largo de su vida un camino de creciente complejidad en sus postulados pragmáticos y semánticos. Es posible ver un cambio entre el primer Wittgenstein del “Tractatus Lógico Philosophicus” publicado en 1921 y los escritos que comenzó a esbozar en la década del 30 y que resultarían en su obra póstuma  “Investigaciones Filosóficas” publicada en 1953. Ya en el primer Wittgenstein es posible interpretar que existe una ruptura con el sujeto cartesiano que había privilegiado el concepto de res cogitans como definitorio de la condición humana, para pasar a considerar en el caso del filósofo austríaco al ser humano como unidad psicofísica, una criatura que requiere ser comprendida como inmersa en la corriente de la vida, pues son los seres humanos y no las mentes las que perciben, piensan y tienen deseos. Esa subjetividad post-cartesiana está muy vinculada a los usos del lenguaje pues es el humano el que lo elabora, postulando que los límites del lenguaje son los que nos marcan los límites del mundo para nuestra humanidad. Cuando esboza la idea de una posible  isomorfía entre lenguaje y realidad  pretende aún en esta etapa de su desarrollo filosófico preservar  la idea de un lenguaje con capacidad de representación  y la concepción asociada de que una  proposición es una figura de la realidad. Lo que hace que algo sea una representación figurativa nos dirá Wittgenstein, es que se trata de una estructura de elementos a la que puede corresponder una estructura de cosas del mundo. Las proposiciones elementales representan en esa etapa de su pensamiento isomórficamente estados de cosas y ello a pesar de que en 3.322 defendió la idea  de que el signo es arbitrario, pues mundo y vida las entendía como una sola cosa lo que afirma en 5.621.
En lo que a veces se conoce como el segundo Wittgenstein o sea el de entre otros textos el de  “Investigaciones Filosóficas”  no hay  significados absolutos independientes del contexto por lo que el lenguaje es ahora una práctica. Elabora en esta etapa el concepto de juegos del lenguaje considerando al todo formado por el lenguaje y las acciones con las que esta entretejido, pues imaginar un lenguaje nos dice Wittgenstein, es imaginar una forma de vida y no es posible reducir el lenguaje a la operación unidireccional de fijar una palabra a una cosa como si fuera una etiqueta. El significado de una palabra ahora es el uso de la misma en un lenguaje. El lenguaje es  una actividad social por tanto no es privado, ni individual pero tampoco algo naturalmente necesario con correspondencias semánticas naturalizables. Los sentidos ahora están en los usos por tanto la palabra no parece tener  una esencia particular  referida a un objeto particular del mundo. En esta nueva perspectiva en su obra de las décadas del 30, 40 y 50´s el lenguaje es una forma de vida, un instrumento y un sistema, una convención interactiva regulada, rechazando expresamente la versión agustiniana de palabras que representan cosas. El lenguaje no es una vinculación necesaria entre palabras y cosas por lo que viniendo de entornos culturales diversos con filosofías muy distintas sin embargo Saussure y Wittgenstein comparten la tendencia general del progresivo extrañamiento de los signos vistos ahora como históricos, culturales o sociales y dificultando o imposibilitando cualquier correspondencia ontológica necesaria con el mundo.
Algunos filósofos anticipando el sentido de la deriva de la filosofía desde fines del siglo XIX y principios del XX,  trataron de salvar formas de objetividad y consiguientemente de verdad necesaria. Podemos incluir en este grupo por ejemplo a Charles Sanders Pierce (1839-1914) uno de los referentes fundadores de la semiótica, quien acepta que el signo esta en lugar de otra cosa  pero con la originalidad de considerar que no lo esta en todos los aspectos sino con referencia a una idea, rompiendo con un dualismo de corte cartesiano y problematizando la relación entre mente y mundo. Elabora la concepción triádica de la semiótica en la que el signo o “representámen” demanda algo que ahora esta para alguien y por tanto en un sentido el signo debe entenderse como que esta en lugar de algo, tomando u ocupando el lugar del objeto pero como algo en nuestra mente. Pierce pretende salvar cierta extensión por fuera del signo demandado que el signo deba tener un objeto pero mediado por la relación con un interpretante. Para Pierce el signo es un elemento del lenguaje propio del interpretante  que presenta las dimensiones propias de una imagen compuesta por el signo, la referencia al campo de representación y claro está la interpretación mediando entre objeto y signo lo cual supone una primera aceptación de la dificultad que aparece en la relación entre palabra y mundo.

Esta crisis de la representación que implica el mundo post-moderno propio del capitalismo financiero se ha registrado incluso  en el mundo de las ciencias llamadas impropiamente “duras” y  se ha vuelto crecientemente compleja la posibilidad de teorizar referencias necesarias para los conceptos teóricos y las teorías tradicionales de la referencia han dejado de ser adecuadas por ejemplo tanto para los términos de magnitudes físicas como para la posibilidad de establecer objetos sobre los cuales se estructuran cadenas causales explicativas por ejemplo en el campos del física de partículas. Paul Feyerabend (1924-1994) desde posiblemente una posición epistemológica extrema, enmarcaba este problema por la inserción de un discurso científico que ahora debe ser simplemente entendido como una tradición cultural entre otras muchas. Las teorías causales de la referencia se han encontrado de forma creciente a lo largo del siglo XX con una mayor dificultad para dar cuenta del objeto referenciado. Si en la física clásica moderna podía admitirse incertidumbre cognitiva era por defectos teóricos, hipotéticos, o por ignorancia circunstancial resultante de los mismos procesos de conocimiento que se pensaban como perfectibles que suponían un optimismo ontológico y la suposición de que la interacción entre objetos del mundo e instrumentos de observación y medición se lograba mediante magnitudes continuas. Por el contrario en la mecánica cuántica del siglo XX  nos encontramos en el mundo de las discontinuidades y la incertidumbre sobre la dimensión óntica de los procesos físicos entendidos ahora como parte de discursos teóricos. Volviendo a Feyerabend se gesta la demanda ahora por el pluralismo epistemológico y la convicción de que las leyes de la naturaleza no se encuentran independientemente de toda cultura, por lo que es posible postular que toda teoría conforma su experiencia siendo imposible una decisión final de verdad,  basada en hechos desnudos a-teóricos. En concordancia con esta deriva podemos seguir el camino epistemológico  entre el primer Hilary Putnam (1926) y la reformulación de sus teorías a partir de 1975 con una creciente ruptura con la visión realista de la semántica y el abandono del realismo metafísico por su tesis de realismo interno. Partiendo de ese realismo científico Putnam comenzó en los 70 y 80´s a internarse en la necesidad de una verdad que no demandara la correspondencia,  aceptando la creciente dificultad de vincular  por medio de la correspondencia los hechos de la ciencia  con la pretensión de objetividad, que había creído  poder vincular objetos con teorías. Dio  claros pasos en esas décadas en su evolución hacia  una creciente idealización de la aceptabilidad racional de las teorías, con una creciente dificultad de referenciar en el mundo. Es muy interesante notar como incluso los defensores de posiciones realistas de la referencia han encontrado una creciente dificultad para mantener estas posturas en todas sus múltiples y complejas variantes y como en el caso de Putnam es posible seguir los desarrollos teóricos de quien defendió la idea de que el significado no esta en la mente y fue uno de los que elaboró la tesis de externalismo semántico y la teoría causal de la referencia, dando cuenta en el final del siglo de la necesidad de reformular muchas de sus primeras ideas.
Si pensamos un momento en el pensamiento de Roland Barthes (1915-1980) con su idea de que los signos, las estructuras y los códigos son los principales objetos de estudio de la semiología en relación al sistema de representación y la codificación que se implementa de los elementos propios de la textualidad podemos también asistir a ese extrañamiento en la representación. El énfasis puesto por Barthes en  “le significant vide” lo lleva a pensar en otro plano de significación mas allá de los objetos, por lo que es adecuada la idea de significante vacío que habilita a la representación a demandar el poder de verdad como presencia. Son los mismos hechos empíricos los que adquieren por la presencia significante un matiz metafórico o más propiamente simbólico. Crece en su obra sobre todo  con “El imperio de los signos” (1970) la consideración de los signos como códigos convencionales, estructuras con las cuales podemos jugar y disfrutar. Acepta la imposibilidad de que el signo se sostenga por fuera de un sistema de representaciones,  el cual ahora es entendido como convencional y por tanto arbitrario, inmerso en la lógica cultural y al margen de toda postulación de necesidad natural. Estos desarrollos  ubican a este autor también en la deriva de toda la filosofía del siglo XX hacia una perdida de la representación que se ha extendido no solo a la filosofía y la lingüística sino que es posible verlo también en las artes sobre todo en los desarrollos posteriores al cubismo a lo largo del siglo pasado.
Esta heterogénea recorrida admite amplios campos de discusión filológica sobre cada autor y acepta quién esto escribe que la posibilidad de presentar a complejos pensadores en un párrafo siempre entraña formas de selección que no todos pueden compartir. Sin embargo lo que buscamos es dar cuenta de un proceso filosófico y cultural que permite la gestación y aceptación de las categorías y conceptos asociados con el afianzamiento del capitalismo financiero, desligando cualquier responsabilidad o intencionalidad de los autores recorridos en ese proceso, volviendo a la idea del alto grado en que somos hablados en el mundo del siglo XXI. Me parece conveniente cerrar esta sección del trabajo con una consideración acerca de algunas ideas de Jacques Derrida (1915-2004) y la posibilidad de pensar en la verdadera “ruina” de la representación. Ahora con este pensador franco-argelino el significante trasciende la vinculación rígida a un significado específico. Se profundiza el abismo entre las palabras y las cosas. En realidad ahora en su versión semiológica la consigna pasa a ser “en el comienzo el signo”, desmontando la pretensión de la semiología de distinguir y aislar signo y referente. La ausencia entiende Derrida, es lo que permite la representación pero ya no con los supuestos metafísicos modernos. En el proceso de resistencia a lo que llama la tiranía del λόγος  que registra en la filosofía probablemente desde Nietzsche, se escinde al pensar de cualquier pretensión de verdad como correspondencia. Ya no habrá forma de concebir al lenguaje como algo transparente una suerte de instrumento de sentidos unívocos, dóciles para el emisor y claros para el receptor. Al considerar a los signos como inmotivados se excluye de toda relación de correspondencia o incluso de subordinación natural con toda correspondencia o jerarquía con pretensión de verdad entre significantes y órdenes de significados.  No hay referente definitivo para el signo que refiere siempre a mas signos, y específicamente Derrida impugnará incluso la idea de una relación vinculante entre significante y significado como asediada por la metafísica. La deconstrucción tal como la plantea Derrida  niega la necesidad de la denotación y la posibilidad de una denotación pura. Los signos por tanto carecen de univocidad, descartan toda forma de obviedad  y se pueden entender como interminablemente alegóricos. La representación no puede ser para Derrida una re-presentación pues no puede haber vínculo motivacional, analogía, contigüidad  o relación entre lo que un signo es y lo que representa. Este pensador demanda evitar la confusión de asimilar la deconstrucción al análisis pues no existe la posibilidad de desarrollar  una analítica fundada en un elemento simple e “indescomponible”. Es más bien necesario pensar la deconstrucción como una práctica que no tiene término pero que tampoco asume  una posible conclusión en un resultado. De ninguna forma se debe pensar que la deconstrucción  se agota en el análisis de fonemas pues en verdad debe avanzar sobre relaciones y estructuras institucionales entiéndase sobre la sociedad posmoderna.
Lo que hemos deseado mostrar a lo largo de esta segunda parte es que independientemente de las corrientes filosóficas es posible detectar a lo largo del siglo XX una creciente dificultad de establecer la validez de la representación y una distancia cada vez mayor entre los signos y cualquier deseo de correlación con el mundo. Si por último tomamos nota del origen representativo del dinero veremos que por varios siglos el circulante buscó dar cuenta como signo de una fuente a la que significaba. Por supuesto que a los metales preciosos se les intentaba asignar ese rol, y en un sentido es posible hacer una lectura de la crítica fisiocrática contra la posición mercantilista de acumulación de oro y plata como forma de riqueza, como un análisis semiótico que mostraba a su vez a esos metales  como meros signos. El entonces presidente de EEUU Richard Nixon con el asesoramiento de Milton Friedman decreta el domingo 15 de Agosto de 1971 la inconvertibilidad del dólar con lo cual la posibilidad de tomar a la moneda como mero signo que solo es, en tanto remite a  alguna forma de valor fijo llega a su fin. Por supuesto que en el pensamiento económico había habido un gran desarrollo teórico en pos por ejemplo de pensar en el carácter representativo del dinero no en función de otro signo sino por la posibilidad de ser utilizado como instrumento de cambio y de medida del valor y subsidiariamente como reserva de valor pero referenciado en la producción de bienes y servicios que la sociedad era capaz de proveer. Sin embargo asistimos en la actualidad al vaciamiento incluso de este sentido pues como hemos mencionado no hay correlato de bienes capaz de dar cuenta de los activos financieros existentes que entre otros detalles superan incluso al circulante monetario mundial. Estamos al presente asistiendo incluso a una forma aún más novedosa pues  no solo hay monedas estatales que no se respaldan en metales preciosos ni en la producción social de bienes sino que incluso no tienen respaldo de un país como en el caso de la operatoria de AMAZON y de los BITCOINS, que no requieren de la certificación de un gobierno o de una autoridad pública estatal o multilateral. Contamos ahora con esta moneda digital creada en 2009 utilizada en transacciones y transferencias. En el caso de AMAZON esta disponible el “Amazon Coin” como opción de pago, una suerte de opción de ahorro y compra. No hay posibilidad de atribuir de forma necesaria a los significantes sentidos o determinar significantes que guarden con los hechos o los bienes económicos alguna forma de relación de correspondencia representativa necesaria. De esta forma los objetos convertidos en hechos se vacían en contenidos simbólicos pero ya no  sostenidos en el mismo objeto y en un punto se problematiza su misma materialidad con un crecimiento de la dimensión cognitiva inmaterial en la vida moderna. El capitalismo financiero debe entenderse como una alteración del modo de producción que afecta la forma en que entendemos la riqueza, el valor y conformamos hegemonía en términos gramscianos.

3. LA VALORIZACION DEL CAPITAL FINANCIERO Y EL ROL DE EEUU.

Hasta este punto hemos defendido la idea de que la reconfiguración sistémica del capitalismo ha alterado la teoría del valor y ha ido en consonancia con las grandes transformaciones en la semiótica a lo largo del siglo pasado que han debilitado el carácter representativo de la palabra  o dicho en otros términos de los signos. El capital financiero profuso emisor de signos ya no puede ser concebido como un canal para los excedentes de producción entendido como ahorro en términos clásicos y más precisamente desde el punto de vista de Marx como el uso financiero de la apropiación de la plusvalía por las burguesías industriales pues ahora el capital financiero se ha tornado  en la verdadera fuerza propulsora de los montos de valor y de la tasa de ganancia del sistema.
En este proceso es muy significativo el rol que está tomando la primera potencia mundial. Recordemos que en los EEUU, si tomamos como base el año 1950 la deuda en porcentaje del PBI se ha multiplicado por tres en sesenta años mientras la producción de bienes si bien ha aumentado en términos cuantitativos sin embargo como porcentaje del PBI de EEUU ha caído un 60%. La multiplicación exponencial del capital financiero no puede ser absorbida por el sistema productivo tanto en su dimensión primaria como secundaria. Semejante asimetría genera que cuando se focaliza la asignación de recursos desde el sector financiero sobre algún sector productivo genera distorsiones significativas llamadas a veces “burbujas”. Entre 1996 y el año 2006 o sea en apenas diez años el precio promedio de las viviendas en los EEUU aumentaron el 129% y en esa tendencia, desde el 2002 los precios habían traspasado toda media o referencia histórica de valores, lo cual  era parte del proceso que se denominó de “burbuja inmobiliaria” en donde los precio pasaron a depender más de la especulación de fondos que canalizaban montos excedentarios provenientes de los mercados financieros, que de la interacción entre la oferta y demanda de viviendas para residentes o usos comerciales. La economía norteamericana  había ingresado desde los 80´s en una fase de progresivo endeudamiento de todos los sectores estatales y privados incluyendo las familias. La puja distributiva que había encontrado un obstáculo en la inflación de los 70´s y en la primera crisis del petróleo con estanflación, lo que suponía la crisis teórica del Keynesianismo  que asistía a la dificultad creciente de la aplicabilidad de la curva de Phillips que había defendido la relación inversa entre inflación y desempleo. Sin embargo en los 80 y 90´s se estaba eludiendo el estancamiento que provenía del deterioro en la distribución del ingreso por medio del progresivo endeudamiento en un primer momento de las clases medias pero luego también de los sectores de menores ingresos, endeudamiento que permitía a las familias mantener niveles de consumo a pesar de que se comenzaba a deteriorar su posición en el esquema distributivo del ingreso nacional. Si en 1975 la deuda en porcentaje de la renta disponible era del 62% en 1995 era del 89% y para 2005 era del 127%.

Esta disponibilidad de recursos a partir de mediados de los 70´s también tuvo un fuerte impacto en las economías subdesarrolladas que comenzaron a endeudarse, lo cual llevó a América Latina a la primera crisis de la deuda en los 80´s. Este proceso de endeudamiento tiene una enorme importancia geopolítica pues asistimos a la reconversión de la economía de EEUU en una creciente potencia financiera lo cual genera tensiones fuertes dentro del sistema productivo y en la matriz productiva con una creciente cantidad de corporaciones que presionan al gobierno en materia impositiva con la amenaza de desplazar el centro de sus operaciones a lugares donde paguen menos impuestos. Entre 1980 y 2000 las ganancias del sector financiero crecieron en forma sostenida y desde 32.400.000.000 US$ se multiplicaron por seis en apenas veinte años  alcanzando a fin de siglo nada menos que un tercio de todas las ganancias de todos los sectores productivos unidos. Es un nuevo capitalismo en donde el sector que prima en la tasa de acumulación es el financiero y esa circunstancia es la que se dirime en las clases dominantes de EEUU, pues buscan ser el referente estatal de esa acumulación. Saben que no pueden disputar la dinámica demográfica de China o de India y saben que no podrán enfrentar la productividad industrial ni los costos de los países emergentes. Por otro lado han logrado una interesante cobertura estratégica de sus necesidades de energía e hidrocarburos por medio de los nuevos recursos asociados al shale y por su agresiva política imperial que le ha  permitido expandir el alcance de sus explotaciones,  pero también están concientes de que les será difícil mantener el predominio industrial frente a los menores costos de economías emergentes como India, China, Malasia, Tailandia etc. Por lo que parece haber un proceso de reconversión hacia el sector de servicios, de alta tecnología y fundamentalmente al sector financiero siguiendo en alguna medida la reconversión Inglesa cuya clase dirigente comenzó a dudar de su capacidad industrial a lo largo del siglo XX y comenzó a destinar montos crecientes de las rentas al mundo de los seguros y de las finanzas, una crisis cuya expresión política fue Margaret Thatcher y el predominio conservador a partir de los 80´s. Tanto el caso de la crisis de la ciudad de Detroit (símbolo del esplendor de la industria automotriz) como la adscripción jurisdiccional de los fondos buitres a los tribunales de EEUU en el caso por ejemplo de Argentina deben entenderse en ese contexto. No es casual que EEUU ha comenzado a restringir  el circulante de flujos hacia paraísos fiscales por ejemplo demandando el fin del secreto bancario para varios países, o el rastreo de fondos de dudoso origen bajo el justificativo del narcotráfico o el supuesto terrorismo, y propiciando legislación que evite la evasión fiscal por medio de desplazamientos de las centrales de las corporaciones, pues sabe que en esos “paraísos” fiscales tiene un peligroso competidor. Por otro lado los fondos e instituciones financieras, sus comunicadores y lobbistas, tienen la óptima posibilidad de tener el respaldo militar de la primera potencia militar mundial que ha demostrado en las últimas décadas voluntad de imponer su superioridad militar para proteger intereses capitalistas incluso contra las resoluciones de las Naciones Unidas. Es ostensible como a pesar de buscar un debilitamiento de las regulaciones nacionales y del poder de los estados, los capitales financieros inciden de forma creciente en la política y en las decisiones estratégicas de los EEUU, lo que genera a su vez una disputa dentro del modelo de crecimiento de los EEUU con las consiguientes pujas políticas y el sacrificio de sectores enteros de su sistema productivo en el proceso de reconversión.
Es posible ver como el estado norteamericano con el uso de los fondos de los contribuyentes en la última gran crisis de 2008-2009 destinó inmensas cantidades de recursos para rescatar las nefastas consecuencias de las pésimas operatorias de sectores financieros. Esta política implementada en 2008 demuestra a las claras donde esta el poder, pues se instrumentalizó nada menos que al estado más poderosos del mundo en defensa de los negocios financieros sacrificando el nivel de vida de su población y generando un nuevo incremento de pobreza en el país más rico del mundo atravesado por una creciente diferencia entre los ingresos de los más ricos y los más pobres. Este rescate no fue como se pensaba en términos Keynesianos de aumento de demanda agregada por medio de sueldos, pensiones y empleos sino por transferencias multimillonarias a los sectores más poderosos y absorción de pasivos por parte de las cuentas públicas. Recordemos que esa crisis fue desatada por los manejos de grandes montos que provenían de circuitos financieros volcados al negocio inmobiliario sobrepasando a sabiendas la capacidad de pago de las familias involucradas. El volumen de las hipotecas “subprime” pasó de 565mil millones de US$ en el año 2000 a más de 500mil millones en apenas siete años. Ahora esas deudas eran posibles por la expresa aprobación de expertos financieros y por la falta de una política pública de vivienda. En un contexto en que la deuda personal de los hogares norteamericanos había sobrepasado el 100% de la renta personal y disponible. Los mecanismos de rescate implementados por los estados protegieron e incluso fortalecieron al capital financiero, en el caso europeo al punto de salir de la crisis con poder suficiente como para demandar  el desmantelamiento por ahora parcial del estado de bienestar.
Por medio de mecanismos que conocemos muy bien en los países subdesarrollados tienden en forma sistemática a privatizar las ganancias y a socializar las pérdidas. Por la crisis de los subprime se implementaron formas de estatización de deudas y de instituciones quebradas como en el caso de  Fannie Mae y Freddie Mac con control parcial del departamento del tesoro. Hubo intervenciones directas por parte de los estados por los casos de Lehman y de AIG iniciando un proceso de reaseguro del sistema que demandaba una  transferencia de recursos desde el sector público que en el caso de EEUU se organizo parcialmente por medio del TARP Trouble Asset Relief Program que para Abril de 2009  según la estimación del FMI había destinado nada menos que 10 billones de US$ para el sector financiero privado. Este esfuerzo presupuestario tendió a deteriorar las cuentas públicas generando mayores déficits fiscales pues entre otras cosas no se han aumentado las alícuotas de los impuestos sobre los más ricos principales beneficiarios de las transferencias. Recordemos el escándalo de las miles de familias que han perdido su vivienda en los últimos años a manos de estos “buitres” dentro de EEUU. En el caso europeo terminaron pagando los sectores asalariados con un recorte en el gasto social y una contracción de las prestaciones del estado de bienestar. La deuda financiera se ha triplicado en treinta años y los hogares norteamericanos estaban invirtiendo entre el diez y el quince por ciento de sus ingresos luego del pago de impuestos en pagar apenas los intereses de las deudas financieras. Si en los años setenta los beneficios financieros representaban entre un 10 y un 15% de los beneficios nacionales en el siglo XXI ha traspasado la barrera del 40% cayendo en el mismo período el sector industrial de ser el responsable de generar el 50% de los beneficios a menos del 15 % en cuarenta años. Incluso las grandes empresas industriales adoptan políticas y estrategias de agresivas inversiones financieras que por lo general absorben un porcentaje creciente de su excedente.
Por fuera de EEUU se replica el crecimiento del poder financiero. Consideremos por ejemplo el caso de Escocia que enfrenta en Septiembre de 2014 su referéndum por la soberanía. En ese país el sector bancario y financiero representa el 8% del PBI pero los bancos de ese país manejan junto con fondos de pensión y aseguradoras, un monto que es por lo menos 12 veces el PBI de Escocia incluyendo los fondos derivados de la extracción de petróleo en el Mar del Norte. Tomo este ejemplo por ser una ratio  que otro país de Europa tenía en el momento en que atravesó una devastadora crisis financiera como fue el caso de Islandia cuyo monto financiero  llegó a ser 11 veces el tamaño de su economía real y a futuro habrá que seguir el caso de Irlanda país que busca atraer corporaciones por medio de políticas de reducciones impositivas y que en la actualidad esa proporción esta en torno a las 5 a 6 veces el tamaño de su economía frente a la media europea que se puede ubicar entre el 3 y 4 veces su economía real.
El capital financiero se apropia en forma creciente de los excedentes de las actividades productivas incluyendo las de los commodities y tiende a subordinar la acción del estado en función de una transferencia de fondos desde los  sectores asalariados hacia el decil de los más ricos por medio incluso de políticas estatales que favorecen  al capital financiero lo que está erosionando incluso la calidad y la fuerza de la democracia misma. No puede haber verdadera decisión del demos si no hay una herramienta de ejecución con relativa autonomía que permita implementar esas políticas públicas que son votadas por los pueblos. Este capitalismo financiero se ha convertido además en un elemento determinante del imperialismo contemporáneo, fuertemente articulado entre las heterogéneas expresiones  del capital financiero y los EEUU el país que está intentando convertirse en la expresión estatal de esos intereses, lo cual les da un poder de fuego en el escenario internacional que no pueden lograr por medio de los pequeños paraísos fiscales útiles solo en una primera etapa de extraterritorialidad e impunidad que actuaba como mecanismo de extorsión sobre los sistemas impositivos y legales de los países. La valorización del capital financiero es a costa de la producción y del ingreso. Hay un creciente abismo entre las clases sociales  y se está  perdiendo el compromiso que podían tener las burguesías en las tres décadas luego de la segunda guerra mundial  hacia los objetivos y políticas sociales, con algunas actitudes vinculadas a una  ética de la responsabilidad social (sin caer en candorosas ingenuidades) que se vinculaba con la relación entre el nivel de vida de las burguesías y la generación territorial, política y demográfica de la riqueza vinculada a la acción del estado que tendía a generar condiciones sociales, educativas, y políticas que optimizaban las estructuras productivas pensada en los términos de la economía mixta. Desde la etapa de la valorización del capital financiero hay una creciente mundialización de los ricos que los libera cada vez mas de la responsabilidad hacia determinados pueblos como productores o como consumidores, por lo que fomentan las aperturas de mercado, desregulaciones, privatizaciones, bajo la ideología del libre cambio pero ahora como una herramienta de dominación de clase, de maximización del poder financiero y ya no en función de un modelo de mejora social por la supuesta asignación óptima de recursos como fue pensado originalmente el sistema de librecambio en el siglo XVIII. Es obvio que los inmensos recursos financieros se destinan para incidir en los medios de comunicación, las instituciones educativas donde incluso endeudan a sus estudiantes como forma de disciplinamiento, los “Think Tank” que modelan las ideas y tendencias del mundo político, los partidos políticos sobre todo a los conservadores y republicanos pero no solo a ellos y al mismo poder judicial que puede ser independiente del poder político de turno, pero no lo es con respecto a la plutocracia que gobierna a Norteamérica y sino véase  las sobre-representaciones de las minorías étnicas y de los pobres en las cárceles y el las ejecuciones de pena de muerte a lo largo de EEUU.  El informe “The fire power of the financial lobby” gestado por el Corporate Europe Observatory indica que el sistema financiero destinó mas de 120.000.000 € por año para incidir en las decisiones de instituciones europeas contando con1700 lobbistas en Bruselas y la acción de más de700 organizaciones que hacen lobby a favor de las corporaciones. En el caso inglés solo para tomar un ejemplo ilustrativo, recordemos que el fondo buitre Donegal con sede en las islas Vírgenes Británicas propiedad del norteamericano Michael Sheehan en juicio contrala República de Zambia por 3.300.000 US$ pero con un  reclamo de 55millones de U$$, logro que los tribunales británicos y específicamente el juez Andrew Smith (hay que nombrar a los cómplices) ordenaran congelar los activos de Zambia en el Reino Unido logrando cobrar finalmente el 500% de lo que habían invertido a uno de los países más pobres del mundo.

En esta nueva etapa del capitalismo, EEUU esta deteriorando la trabajosa construcción de la post guerra por un orden jurídico mundial y la restricción de hacer la guerra, así como la prioridad dada al arreglo pacífico de controversias y tiene una creciente necesidad de mostrar su violencia para posicionarse como la encarnación estatal del nuevo orden financiero. Por ello en EEUU los sectores financieros han gastado crecientes fortunas para hacer lobby para  incidir en la protección de sus intereses y desde 1998 a2008 la suma dedicada a esa finalidad se estimaba en 3.400 millones de dólares y adicionalmente una gran cantidad de hombres de los bancos y de los fondos de inversión son o han sido parte del sistema político y de la administración del estado del gobierno de los  EEUU, logrando posicionarse en puestos decisivos en muchos casos supuestamente técnicos a quienes son en el fondo sus mandatarios. No debe extrañar como EEUU bloqueó la posición del FMI contra los buitres por ejemplo en el caso Argentino y ahora es posible leer en Wikileaks como representes de diversos países han presentado propuestas de limitar el poderío de los fondos buitres pero EEUU ha impedido sistemáticamente su concreción.

4. A MODO DE CONCLUSIÓN, CAPITALISMO FINANCIERO Y DEMOCRACIA EN EL ANÁLISIS  DE PIKETTY.

A lo largo de este artículo hemos planteado una primera conclusión y es que el desarrollo del capitalismo desde mediados de los 70´s implica una transformación sistémica que afecta en términos clásicos la estructura y la superestructura del capitalismo transformando el patrón de acumulación, las instituciones políticas y jurídicas así como las relaciones de producción debilitando la capacidad negociadora de la clase obrera en la disputa por la distribución del ingreso. Si no logramos dar cuenta desde el punto de vista teórico de este fenómeno aquellos que somos parte de movimientos populares nos encontraremos en desventaja para enfrentar esta tendencia.
La segunda conclusión es que esa transformación implica la necesidad teórica de formular una nueva concepción del valor, pues las teorías tradicionales no pueden dar cuenta del fenómeno de la valorización del capital financiero y para poder defender políticas de desarrollo y de mejora en la distribución del ingreso como para disputar la propiedad de los medios de producción debemos poder ajustar nuestro discurso a esta nueva correlación de fuerzas.
La tercera conclusión nos lleva a entender que la desconexión entre valores financieros y producción primaria y secundaria en el mundo es posible en el marco de una semiótica en la que progresivamente ha predominado una creciente incapacidad de toda forma de necesidad en la teoría de los signos. Si se ha desarrollado un grado creciente de convencionalidad entre significante y significado con incluso la posibilidad de significantes vacíos y una crisis general de toda forma de necesidad en la semiótica o sea en la representación es muy factible postular la existencia y el desarrollo de toda clase de herramientas financieras en última instancia signos, que no requieren guardar ningún correlato con el mundo de la producción de bienes. Debemos poder pensar estos procesos conceptuales desde las correlaciones de fuerza discursivas en las que la dimensión comunicativa, la lucha por la hegemonía y los modelos culturales sean dados en consonancia con los postulados económicos y políticos.
La cuarta conclusión del trabajo es que ese mundo del predominio del capital financiero esta buscando tener un anclaje territorial que le de seguridad jurídica y respaldo político y militar, lo que es funcional a las dificultades que encuentra los EEUU para mantener su hegemonía basado en su poder industrial frente al desafío de las nuevas potencias industriales del Asia-Pacífico y que encuentra en la ideología neoliberal conservadora su expresión mas adecuada para los sectores reaccionarios norteamericanos. Esta convicción debe servirnos para delinear políticas de alianzas y multilateralismo así como formas políticas de control del flujo financiero para debilitar ese poder. No debemos pensar en globalizaciones espontáneas ni dinámicas de acumulación ante las que seamos meros espectadores resignados, pero para poder incidir y limitar el fortalecimiento de este sector financiero asociados en forma creciente al imperialismo norteamericano es necesario dar cuenta de su dinámica geo-política y obrar en consecuencia.
Por último quiero detenerme un instante en una interesante contribución por parte de Thomas Piketty (1971) en su obra publicada en francés en 2013 como “Le capital au XXI siècle” y luego traducida al inglés  como “Capital in the Twenty-First Century” y publicada en 2014 en la que postula que en el sistema capitalista si la tasa de ganancia  supera a la tasa de crecimiento, tendencialmente produce una acumulación de la riqueza, lo que está ocurriendo en el capitalismo del siglo XXI. Sus propuestas no implican la destrucción del capitalismo y no debe entenderse a este autor como un nostálgico de la economía centralizada del modelo soviético de hecho creo que se siente cómodo en el rol de un intelectual que está a favor de los logros del capitalismo, pero a la vez da cuenta con una sólida base empírica de cómo en el largo plazo la tasa de ganancia del capital esta excediendo a la tasa de crecimiento de la economía del mundo capitalista por lo que los ricos se están haciendo mas ricos en las últimas décadas. Utiliza una definición muy abarcativa de capital casi como equivalente de riqueza o sea todo el patrimonio, incluyendo bonos, activos, acciones, agregados monetarios, propiedades, seguros  etc. y detecta que la tendencia del sistema es a que el stock de activos sea cada vez distribuido de forma mas inequitativa aumentando la brecha entre los ricos y los pobres. Sobre una larga serie de 200 años de evidencia empírica encuentra que la tasa de retorno del capital (r) es mayor que la tasa de crecimiento de la economía (g) en algunos momentos históricos. Enfatiza la importancia del análisis de la distribución como central para las políticas económicas en el capitalismo para intentar por este medio compensar por la inequidad que emerge en la distribución. Ha desarmado las tesis meritocráticas del capitalismo desarrollado que tradicionalmente  presentaba panoramas sociales de fluidos ascensos sociales aunque ahora estamos frente a una  consolidación creciente de los sectores dominantes sobre todo debido a esa tendencia de largo plazo de que el rendimiento del capital puede ser superior que la tasa de crecimiento de la economía.
El desarrollo actual del capitalismo tal como lo presenta Piketty deteriora la meritocracia al osificar los ingresos de las distintas clases sociales negando el sustento ideológico de la igualdad de oportunidades que esgrime la ideología del capitalismo. Nos dice con razón “le capitalisme produit mécaniquement des inégalites insoutenables, arbitraires, remettant radicalement en cause les valeurs méritocratiques sur lesquelles se fondant nos sociétés démocratiques.” Piketty  entiende que existen formas de organización social que permiten que la democracia tome el control del capitalismo privilegiando el interés general. Si algo queda claro para el autor es que el desarrollo del capitalismo en las últimas décadas  impugna la curva de Kuznets que describía una primera etapa de crecimiento con desigualdad pero que  luego el capitalismo entraba en una etapa de desarrollo  que acortaba la brecha entre ricos y pobres. Las ideas expuestas en este artículo tienden a completar el panorama de Piketty con el cual coincidimos en la importancia de las decisiones políticas y acordamos en que no hay determinismo sistémico en los procesos de distribución. Sin embargo nos diferenciamos en el análisis y la responsabilidad asociados a la valorización del capital financiero en el mundo de la posmodernidad. No creemos en el poder determinante que le asigna a la difusión del conocimiento y las habilidades pues justamente se puede comprobar empíricamente que la mejora de los niveles de capacitación de la fuerza laboral no trae aparejado necesariamente y las últimas cuatro décadas lo demuestran  mejoras automáticas en la distribución del ingreso. Probablemente hemos explorado con mas intensidad los mecanismos sistémicos que están asociados a la ecuación de r ›g e indudablemente los datos estadísticos presentados en su extensa obra avalan nuestra tesis sobre la deriva en la distribución, aunque entendemos nuestra particular visión sobre las alteraciones sistémicas permiten dar una marco teórico frente a lo que por momentos parece una debilidad en el desarrollo de Piketty que  considera a la política como una variable independiente del sistema sin dar cuenta del entramado socio-cultural asociado al poder financiero.
En el caso Argentino hay una clara intención de hacer escarmentar al país que se  atrevió a poner en cuestión al modelo de ajuste neoliberal, que logró reestructurar  la gran mayoría de su deuda por fuera de la desastrosa gestión de los organismos internacionales como el FMI, con el cual canceló su deuda logrando una autonomía política  que le permitió  desarrollar el ciclo de crecimiento del PBI más largo de toda su historia y que ha pagado logrando reducir su deuda sobre el principio teórico de que se debe crecer para poder  pagar y no ajustar para volver a endeudarse, con la convicción de que  la política de des-endeudamiento da cuenta del preciso momento internacional para enfrentar adecuadamente al  fortalecimiento financiero. Estos poderosos agentes   logran por medio del debilitamiento de las cuentas públicas, la deuda externa y la impunidad impositiva tasas de acumulación que generan un poder capaz de poner en jaque aún a los países más desarrollados. Solo por medio del des-endeudamiento y del fortalecimiento de las cuentas públicas podremos  llevar a la mayor autonomía de la política y la mejora en la distribución del ingreso para lograr una patria mas soberana, justa y libre.

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LAS OVEJAS NUNCA LEEN?

Dante Alighieri “La Divina Comedia” Infierno, Canto XIX, Círculo Octavo.

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Compartimos el discurso completo de Carlos Vilas en la Asamblea Popular del Pensamiento Emancipatorio que se desarrolló el 16 y 17 de mayo del 2014 en la Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba. La intervención de Vilas tuvo lugar en el panel denominado “Política, Estado y construcción de poder popular” junto con Pedro Wasiejko, Carlos Heller, Marcelo Koenig y Jorge Cardelli entre otros.

Política, Estado y construcción de Poder Popular
La contradicción antiimperialista es un tema como que había pasado de moda. Es decir; el imperialismo existe, está más fuerte que nunca, y frente al imperialismo no queda otra cosa que la Nación. Cuando nosotros hablamos de la construcción de poder popular, estamos hablando también de la construcción de la nación. Porque la nación no es solo la bandera, los símbolos, el lugar donde uno nació. La nación es un proyecto, que se actualiza cotidianamente, sobre las luchas del Pueblo. La nación, tal como nosotros la concebimos, es un atributo del Pueblo. Entonces cuando hablamos de la construcción de poder popular, estamos hablando de una construcción de la nación que exprese las aspiraciones emancipatorias de su Pueblo.

Y aquí viene la cuestión; ¿quiénes somos el Pueblo? Y muchas veces, a lo largo de la militancia, y creo que todos hemos pasado por eso, tiene cierto grado de inevitabilidad pero irremediable, tendemos a pensar que el Pueblo son simplemente los más pobres, los trabajadores. Y uno dice: bueno sí, sociológicamente esos son parte del Pueblo. Pero el Pueblo es un concepto político. Ser parte del Pueblo es tener cierta posición en la lucha por la construcción de la Nación, y la lucha contra el imperialismo. Por lo tanto, no basta con determinado nivel de ingreso, con determinada profesión, con determinada tonalidad epidérmica. No existe una esencialidad en lo popular. Lo popular se define en la lucha contra el poder establecido que oprime y explota. Por lo tanto, la convocatoria a la construcción del poder popular, va mucho más allá de determinadas fronteras sociológicas, demográficas o económicas. En esto que nosotros estamos llevando a cabo hoy tenemos una amplia representatividad de un montón de sectores, en esta mesa: tenemos lo que formalmente sería el capital financiero, el proletariado, tenemos los sectores medios. Pero lo que nos unifica no es una “alianza de clases” de manual. Nos unifica un proyecto político que se construye a partir de lo que nos es común.

Eso es lo que está en la intención que nos convoca a Río Cuarto, nos convoca ese tipo de construcción. Porque uno puede estar parcial o totalmente de acuerdo con algunas de las grandes tareas que se han planteado, y los desafíos para darle continuidad y profundidad a todo lo que hemos logrado. Bien, no tan bien, planificadamente o a los ponchazos. Pero si para hacer esto tuvo que darse una conjunción de factores locales, regionales e internacionales, y ese factor que es tan importante en política, que es el azar, la suerte, la fortuna (es decir, que los tipos indicados estuvieran en el lugar adecuado en el momento oportuno) eso no se dio simplemente por fortuna. Se dio porque se trabajó para que esa conjugación de factores se diera.

Entonces ¿qué es lo que nos convoca hoy?

Tenemos que construir instrumentos de poder, de organización, electorales, de conducción, de movilización, que nos permita convocar otra vez a esos hados de la política, que nos permita fortalecer y seguir adelante.

Seguir adelante no significa solamente una continuidad lineal con lo que hemos venido haciendo. Eso no funciona. Yo pertenezco a una generación, la sesentista. ¿Qué nos dijo Perón a los jóvenes de aquel entonces? ¿Cuál fue la consigna que nos tiró? Actualización doctrinaria para la toma del poder. ¿Qué es la actualización doctrinaria? “Viejo, notifícate de lo que el mundo ha cambiado”. Y el mundo de los 70 no era el mundo de los 40. Por eso no se trató (con lo poquito que nos duró) hacer una proyección lineal de los 40. De hecho, yo pongo siempre como ejemplo, ni Perón pudo hacerlo. Cuando se planteó volver al sistema de hospital público de Ramón Carrillo, ni Perón tuvo fuerza para oponerse a los intereses que estaban a favor del sistema de la privatización. Y no me refiero a los laboratorios o a las grandes empresas de prestación de servicios de salud. Muchos formalmente asalariados, en sus organizaciones, se opusieron a eso, porque el negocio estaba por otro lado.

Tenemos que notificarnos: el mundo del año 2015 no es el de 2001. Y la Argentina del 2015 no es la de 2001. Entre otras cosas, porque nosotros estuvimos 10 años trabajando para la transformación del país. Pero eso hay que sostenerlo. Todo puede volver atrás. El mito de las batallas finales es un mito. En política ninguna batalla es final. Ninguna victoria es definitiva. La victoria dura lo que dura la lucha popular para sostenerlas y para profundizarlas. Y ahí está el desafío que hoy nos reúne aquí. Esa construcción de poder popular; esa construcción de la nación en clave del Pueblo. Tiene que convocar a sectores muy amplios de la Argentina, con los cuales, en principio, uno puede decir “yo con ese no tengo nada que hacer”. ¿Cómo qué no? Hay que identificar cuáles son los conflictos, las contradicciones, que cada sector social tiene con el poder establecido, con ese poder económico concentrado, con sus expresiones periodísticas e intelectuales, y con sus vinculaciones hacia afuera, porque el imperialismo ya no es un factor externo, algo que está fronteras para allá. El imperialismo está aquí dentro y opera a través de sus aliados, sus cómplices.

Y no dejarse engañar por falsos debates. Siempre que aparece una crítica a una medida popular, que a lo mejor no es un ejemplo de prolijidad (la prolijidad nunca nos caracterizó a nosotros) y de lo que se trata es de romper reglas. A vos la regla te sale bonita después que la vas experimentando y la vas ajustando. En una época uno compraba un auto nuevo y lo sometía a rodamiento. Compraba un auto que podía llegar a 150 y los dos primeros meses no andaba a más de 40. Hasta que se afianza el motor y sos un campeón.

Uno tiene que preguntarse; las críticas a Vaca Muerta, las críticas al decreto YPF-Chevrón, ¿a quién le importa? ¿Quién está detrás de eso? ¿Cuál sería el efecto si eso se nos viene abajo? Se nos viene abajo YPF. Se nos viene abajo el Shell oil y no te preocupes, que alguien va a venir a sacarnos, en otras condiciones, y con otros efectos.

Hay que ser mal pensado a la fuerza porque uno sabe que enfrente tiene a los malos. Entonces el gran desafío es sin duda; pongámonos de acuerdo en algunas cosas que tengamos que hacer, pero seamos consecuentes para que eso no sea simplemente un diagnóstico socioeconómico académico. Cuáles son las condiciones políticas que tenemos que construir para que eso sea posible. Y me parece a mí, para retomar una de las consignas del Evita, “somos lo que falta”. ¿Qué es lo que falta? Lo que falta no es simplemente subir la asignación familiar o modificar alguna cosita. No. Lo que falta es realmente meterle el cuchillo a las condiciones estructurales que hacen posible que ese techo alto que nosotros visualizamos en 2001/2002, nos lo estén bajando. Y aparezca esta idea de que esto se acabó, que estamos de salida, la restricción externa. Preguntémonos dónde están las causas de los problemas que nosotros identificamos. Y generalmente, las causas del problema no están donde el problema se manifiesta. Están en otro lado, como el tero, que grita lejos del nido. Identifiquemos el nido, y sobre eso actuemos. Eso es lo que falta y es evidente que hace falta mucha fuerza, mucha organización, mucha capacidad de sacrificio, teniendo en claro hacia dónde queremos llegar.

Si nosotros no somos capaces de construir la unidad, porque construir poder popular es construir la unidad en la diversidad de lo organizativo, no solo no vamos a poder ir por lo que falta, no nos van a alcanzar las manos para sostener lo que van a tirar abajo. Ese es el desafío; la construcción del poder popular es la construcción de la unidad en la diversidad y de la organización desde esa unidad.

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AHORA BIEN, CUAL ES REALMENTE ENTONCES EL NETO DE LA DEUDA ORIGINADA EN VALOR REAL?

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ROMPEMOLDES

LA HABILIDAD DE CONDUCCIÓN Y LIDERAZGO ES CLAVE PORQUE SE DEBE PERSUADIR EL CAMBIO DESDE LA COMPRENSIÓN Y NO DESDE LA IMPOSICIÓN DE UNA PLATAFORMA CIRCUNSTANCIAL DE PODER.

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