La Magia de Poder Cambiar.

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Anclajes Mentales para el Buen Humor Productivo

Hábitos y Anclajes

Un Blog para recorrer FRASES o CONCEPTOS como en LA ACADEMIA y poder pensar o discutir como en el LICEO!
LA IDEA ES QUE CON ESTOS CONTENIDOS SELECCIONADOS APRENDIDOS Y UTILIZADOS, PUEDES, SIN DUDA ALCANZAR EL BUEN HUMOR PRODUCTIVO PERSONAL!

domingo, 1 de septiembre de 2013

IMAGEN Y MARCA PERSONAL: detrás del maquillaje.

La arquitectura de lo autentico no es fácil, pero, muchos, delegan la construcción de la “marca personal” al consumo perceptivo de los demás.

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El emblemático caso de popularidad de Marilyn Monroe.

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Publicado: 16 junio 2013 en Evolución, Filosofía de la mente
Etiquetas: Dolor, Marvin Minsky, Qualia

¿Por qué sufrimos tanto? Si pensamos en que en la actualidad, en Occidente, durante la inmensa mayoría de nuestro tiempo no hay guerreros de la tribu vecina que quieran matarnos, no hay lobos ni osos cavernarios al acecho, no nos falta la comida ni el agua, es decir, nuestras necesidades de supervivencia están más que garantizadas… ¿por qué la selección natural nos diseñó de tal modo que sufrimos constantemente por problemas y amenazas que nunca son tan graves para amenazar nuestra vida? ¿Por qué me preocupo tanto por una discusión con un amigo, un desencuentro amoroso, un mal día en el trabajo? ¿Por qué, además, esas preocupaciones aparentemente superfluas pueden ocasionarme conductas tan disfuncionales evolutivamente hablando como pueden ser la depresión o el mismo suicidio? Es absurdo: un sujeto termina depresivo debido a un conjunto de circunstancias vitales que nunca eran tan graves para amenazar su vida ni sus posibilidades de éxito reproductivo. La depresión sí que acaba por causarle comportamientos que, a la postre, pueden amenazar su vida y sus posibilidades reproductivas. ¿Acaso hay algo más contraevolutivo?

Una de las mejores respuestas que he leído es esta:

Quizá una respuesta sea que los malos efectos del dolor crónico no evolucionaron en absoluto a través de la selección, sino que surgieron simplemente de un “bicho que apareció en la programación”. Las cascadas a las que llamamos “sufrimiento” deben de haber evolucionado a partir de esquemas anteriores que nos ayudaban a limitar nuestras lesiones, planteando el objetivo de huir del dolor con una prioridad extremadamente alta. La consiguiente alteración de otros pensamientos fue solo un pequeño inconveniente hasta que nuestros antepasados desarrollaron unos intelectos nuevos y más amplios. Dicho de otro modo, nuestras antiguas reacciones a dolores crónicos no han sido todavía adaptadas para ser compatibles con los pensamientos reflexivos y los planes clarividentes que más tarde evolucionaron en nuestra inteligencia. La evolución nunca tuvo la menor idea de cómo podrían evolucionar las especies en un futuro, por lo que no previó cómo podría el dolor alterar nuestras futuras capacidades de alto nivel. Por todo esto, llegamos a desarrollar un diseño que protege nuestros cuerpos, pero arruina nuestras mentes.

marilyn

ICONOS Y PARADIGMAS, El caso Marilyn

Su verdadero nombre era Norma Jeane y nació en 1926. Hija de un padre desconocido y de una madre esquizofrénica, la infancia de Marilyn fue acumulando traumas entre orfanatos y padrastros hasta que a los 16 años se casó con un soldado. Sus curvas de adolescente y su increíble belleza la fueron transportando de un hombre a otro sin que se la viera feliz. Su infancia y adolescencia estuvo tan falta de cariño y estabilidad como repleta de familias adoptivas, abusos sexuales y miseria emocional. A pesar de eso consiguió ser uno de los mitos del cine y de la cultura occidental del siglo XX.

A lo largo de toda su vida fue consumida o devorada por hombres de distinta condición hasta que su criada la encontró muerta en agosto del 62.  Su imagen es, posiblemente, una de las que mejor representen su época.

EL EFECTO MARIPOSA

QUE PENSAMOS CUANDO NO PENSAMOS Y CONSTRUIMOS UNA FACHADA PARA SOBREVIVIR LA MODA, EL AMBIENTE, EN OTRAS PALABRAS, EL QUE DIRÁN...

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Publicado: 4 junio 2013 en Evolución
Etiquetas: Conway Morris, Evolución convergente, Karl Niklas, Principio Antrópico, Ricard Solé

Cuando hablamos del proceso evolutivo siempre decimos que es ateleológico, es decir, que no persigue ninguna finalidad u objetivo predefinido. Las reglas que lo regulan parecen obedecer, en último término, al azar. De ese modo si pudiésemos dar marcha atrás en el tiempo hasta los orígenes de la vida hace unos 2.700 millones de años y hacer de nuevo funcionar el motor evolutivo parece que los seres vivos que hoy conocemos no habrían aparecido, existiendo quizá una diversidad de especies muy diferentes. Y aquí surge la cuestión más polémica: ¿hubiera existido el hombre tal y como lo conocemos? La respuesta, a priori, parece ser negativa y da un fuerte golpe al llamado principio antrópico (pensar que el Universo fue creado para que, al final, el hombre apareciera en él).

No obstante, nada es tan sencillo y algunos estudios recientes parecen apoyar, de nuevo, dicho principio. Y es que lo que hay que tener muy en cuenta es que, a pesar de que la generación de rasgos fenotípicos parece seguir un patrón aleatorio, la selección natural juzga que fenotipos son los que sobreviven y la selección natural no es otra cosa que la presión ambiental, es decir, las características del entorno en el que una especie se desarrolla. Y dado un entorno determinado hay muy pocos fenotipos que sean, objetivamente, los más eficaces, limitando este hecho mucho la creatividad de la evolución. Solo un cierto tipo de seres vivos sobrevivirán y no una indefinida cantidad de ellos. Ejemplos los tenemos por doquier en lo que los biólogos llaman evolución convergente: estructuras biológicas que han evolucionado por caminos diferentes para llegar a una misma solución o función biológica. Hay fórmulas que se repiten constantemente: ojos (aunque últimamente se ha dudado de su divergencia), patas, aletas, esqueletos, sistemas nerviosos, simetría bilateral (algo que me parece alucinante: ¿por qué habrá sido tan rentable ser simétrico?) o, yendo a los orígenes, la célula eucariota como componente esencial de los dos grandes reinos: animal y vegetal. La evolución se parece más a un proceso ingenieril de búsqueda de soluciones con los medios disponibles que a una obra de arte en el que el pintor dibuja a capricho.

El paleo-biólogo inglés Simon Conway Morris escribió una obra titulada Life’s Solution: inevitable Humans in a Lonely Universe en la que defendía vehementemente la existencia de múltiples caminos convergentes en la historia de la vida. Su argumento principal es la similitud que se da entre especies que viven en entornos separados y muy diferentes.  Si pensamos en la fauna y flora de continentes separados por océanos como Europa, América u Oceanía, deberíamos encontrar especies muy distintas pero, por el contrario, encontramos una y otra vez los mismos diseños. Comway hace hincapié en las similitudes de los sistemas sensoriales o de la inteligencia de primates y cetáceos. Karl Niklas, profesor de botánica de la Universidad de Cornell, realizó una serie de simulaciones computerizadas de la evolución de las plantas en las que ensayaba los diferentes diseños vegetales en virtud de varios parámetros de optimización: obtención de luz, distribución de semillas y estructura robusta. Sus resultados fueron claros: los diseños de las plantas que observamos en cualquier parque son diseños óptimos. La naturaleza no puede diseñar vegetales de formas muy diferentes, no caben demasiados diseños más que tengan opciones de sobrevivir.

Thomas Ray, de la Universidad de Oklahoma, fue pionero en los trabajos de simulación de entornos evolutivos (vida artificial), creando en 1990 el programa Tierra. En él, un número indefinido de pequeños programas tenían las propiedades de mutar (cambiar una pequeña parte de su programa) y autorreplicarse, y competían para sobrevivir en un entorno virtual. Era todavía una simulación extremadamente simple de la evolución pero, para sorpresa de Ray, enseguida comenzaron a pasar cosas fabulosas:

Al principio, se desarrollaron programas  que se replicaban con mayor rapidez por un motivo muy simple: su menor tamaño. Alguno de los programas mutados habían perdido una pequeña parte de sus instrucciones, de forma que ocupaban menos espacio de memoria y requerían un tiempo inferior para completar su ciclo. A continuación, ocurrió algo más interesante: aparecieron programas aún más cortos, que se replicaban muy eficientemente, pero que eran incapaces de hacerlo por sí mismos. Su ciclo vital requería emplear las instrucciones de otros programas o, dicho de otra forma, eran parásitos de los segundos. Surgieron entonces parásitos de los parásitos (o hiperparásitos) igual que ocurre en los ecosistemas reales. Más tarde, la simulación generó estrategias nuevas en las que algunos programas intercambiaban partes con otros.  Ésta es la base de la reproducción sexual, que fundamentalmente consiste en mezclar información procedente de dos organismos distintos. En el caso de la Tierra, la invención del sexo resultaba conveniente para escapar al efecto de los parásitos. Un parásito reconoce a su huésped identificando una parte específica de éste, así que una forma de escapar de los parásitos es cambiar con la suficiente rapidez. Finalmente, aparecieron grupos de programas que cooperaban entre sí, de tal forma que aunque aisladamente no eran muy eficientes, el grupo cooperador no tenía rival. En esta caso lo que emerge es una pequeña red de programas de interacción en la que cada programa facilita la replicación de al menos otro, a la vez que es ayudado por otros.

Ricard Solé, Vidas Sintéticas

Tenemos en una simulación infinitamente menos compleja que la realidad natural elementos como el parasitismo, la reproducción sexual o la simbiosis. De nuevo pruebas a favor de la necesaria aparición de ciertos diseños dado el entorno terrestre. Y es que quizá habría que entender la evolución como esos juegos en los que hay un laberinto en el que hay que intentar meter una bola de metal en un agujero. Supongamos que la bola no sigue la ley de la gravedad ni ninguna influencia del jugador sino que su movimiento es completamente aleatorio. Aún así, las paredes del laberinto limitarán mucho su recorrido y, al final, habrá altas probabilidades de que entre en el agujero.

¿Esto quiere decir que la aparición del hombre era algo necesario, algo que, tarde o temprano, tenía que suceder? Un dato en contra lo tenemos en que nuestra inteligencia (en el grado propio del hombre) no es un diseño que se haya repetido muchas veces en la historia natural, por lo que podría tratarse de algo así como un breve accidente o una solución no demasiado óptima, viendo además que nuestros parientes evolutivos más cercanos se extinguieron. Supongo que tendremos que esperar unos cientos de miles de años para ver si el diseño sapiens era bueno y, a la postre, inevitable.

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